Como si fuera ayer, Blanca Tenorio recordó que llegó a Omaha procedente de El Salvador un 25 de enero del 2006: «Yo estudiaba el primer año de ingeniería en la Universidad Nacional de San Miguel, pero toda mi familia ya estaba acá y de pronto me sentí muy sola».
Al llegar a Estados Unidos, Tenorio comenzó a trabajar en restaurantes porque sus familiares eran propietarios de tres de los más reconocidos: «Pero un día pensé, ‘no toda la vida voy a ser mesera’, así que voy a luchar para llegar a tener algo propio».
Persiguiendo ése sueño, hace cuatro años la joven de ojos claros y cabello rizado adquirió el restaurante La Salvadoreña: «Yo ya había iniciado una carrera de negocios con mi tienda Blanca’s Boutique, donde vendía perfumería y ropa, pero esto fue un gran reto».
Apoyada por su madre quien cuida de sus pequeños, un niño de cinco años y una nena de dos, Tenorio abre todos los días su establecimiento ofreciendo la comida típica de su país, de Honduras y México: «Y si los clientes me avisan con tiempo, también puedo preparar comida guatemalteca».
Su esposo, quien labora en construcción, se encarga de comprar la mayoría de los ingredientes, en tanto que Tenorio, con la ayuda de otras cuatro mujeres, entre ellas su propia hermana y su sobrina, atienden a los comensales que son su mayoría, centroamericanos: «Todos los días tenemos especiales. Por ejemplo, los lunes y los jueves las tradicionales pupusas salvadoreñas cuestan un dólar, los martes la baleada que es un platillo hondureño y los miércoles los tacos mexicanos de diferentes variedades».
A parte de los precios accesibles de su menú, Tenorio se esmera para que cada una de sus especialidades refleje un sabor casero exquisito: «Me encanta preparar los caldos, sobre todo de mariscos. Yo lo mismo cocino un rico tapado de mariscos que es famoso en Honduras, que una mariscada que es muy conocida en El Salvador o un caldo siete mares de México, con mucho chile, por supuesto».
Además de los platillos del mar, las empanadas, los pastelitos y unos plátanos fritos con crema y queso salvadoreños acompañados de frijoles refritos, son algunas otras de las delicias que las familias hispanas más ordenan en La Salvadoreña: «Incluso preparo las pupusas de harina de arroz que son exquisitas y no todos conocen».
Feliz de compartir su incomparable sazón, Tenorio actualmente está muy orgullosa porque llevará a cabo reformas importantes en su restaurante: «La calle Vinton no es tan popular como la calle 24 pero ya habemos muchos negocios desde las calles 20 hasta la calle 13, así que ahora hay muchas ideas para apoyarnos. Gracias a Marta Sonia (Londoño, MLCDC) y a Mabel (Alarcón, Programa de Micronegocios, Catholic Charities) ya está aprobado un proyecto que presenté y nos dieron un grant así que ahora es cuestión de empezarlo a trabajar para poner más bonito mi negocio».
Y aunque ser empresaria no es sencillo cuando se es madre, y esposa a la vez, Tenorio no se rinde: «Porque cada día es una victoria».

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