Las costureras agradecen ser parte de este proyecto y tener una fuente de ingreso. La mayoría había perdió su trabajo en el mes de marzo. Fotos: Karlha Velásquez.

Por Karlha Velásquez Rivas

El tema de la pandemia ha traído muchas controversias. Mientras algunos están de paro, otros se las han ingeniado para sobrevivir ante la crisis que llegó como una avalancha, y es haciendo máscaras.

El uso del cubreboca ha sido uno de los requisitos para evitar la propagación del Covid-19 de una persona a otra por lo que está muy en boga que varias empresas giren la mirada hacia la fabricación de estas.

De sus 9 años confeccionando ropa para niñas que se vende online, con su empresa Little Miss Fashion, Yolanda Díaz ahora confecciona cubrebocas que se distribuyen en el CHI Health.

La iniciativa no llegó por arte de magia, pues la empresa Bergman Incentives (encargada de crear material P.O.P (Point of Purchase )para promocionar compañías) tenía un mega proyecto de ofrecer 100.000 mascarillas al CHI Healh, uno de sus clientes, por lo que contactó al Latino Center of the Midlands para dar con alguna microempresa experta en el área de corte y costura.

La directora de operaciones del Latino Center of the Midlands (LCM), Silvia Vélez, contactó a Díaz para finiquitar el negocio. Como las ventas de Little Miss Fashion se habían congelado por completo a raíz de las medidas tomadas para evitar la propagación del coronavirus Díaz no lo pensó mucho para montarse en el barco de realizar 75.000 mascarillas y cerrar el trato con Bergman Incentives (BI) y LCM.

“Una de las cosas interesantes y alentadoras de este proyecto es que una empresa y una entidad privadas de salud buscó colaborar y apoyar a la comunidad directamente y gracias a esto se ha podido dar trabajo a madres de familia”, dijo Vélez en un correo electrónico.

Durante la cuarentena, Díaz había hecho cubrebocas para donar al Fashion Institute Midwest, junto con dos mujeres más pero ahora el reto era mayor. Así que prácticamente comenzaron 4 mujeres volver a poner a funcionar las máquinas del taller de Yolanda.

El engranaje

Todo el material en lienzo lo entrega BI al LCM que se lo distribuye a la empresa de Díaz. Al tener el producto hecho, LCM los busca y se lo entrega a BI. El trato era que lo único que la señora Yolanda a este proyecto era su valiosa mano de obra y el hilo.

“El hilo lo traigo de Los Ángeles. Yo tenía suficiente hilo así que para mí no era un problema usarlo para este trabajo”, comentó Díaz a El Perico desde el otro lado de la línea telefónica.

El primero de mayo el LCM le entregó el primer lote de material para los dos modelos de cubrebocas con sus ligas y patrones incluidos Hay dos tipos: el de pliegue y el de pato(así le llaman).

Lo único que deben hacer es recortar, doblar, empatar y cocer. Pero cada cubreboca cuyo bordado tiene el logo de CHI Health es elaborado con los detalles y destrezas propios de las costureras profesionales.

“Las formas de las máscaras ya están hechas con su bordado. Lo que hacemos es cortarlo alrededor y cuidar donde están marcado los pliegues. Nos mandan el lienzo para cortar y todas cosemos siguiendo la línea”, agregó.

Un nuevo puesto de trabajo

Vale recordar que Nebraska recibió el pasado mes de abril más de 16.000 reclamos por desempleo, y muchos de los que estaban de paro apostaron por rebuscarse la vida en otras compañías y explorando nuevas alternativas. La empresa de Yolanda era una de esas.

Con cuatro mujeres en las máquinas de coser las entregas pautadas se hacían a tiempo. Sin embargo, no era suficiente para conseguir la meta de 75.000 mascarillas lo más rápido y eficiente posible.

Mujeres que habían perdido sus empleos durante el tiempo de confinamiento en restaurantes y limpieza de hoteles o bien el sueldo de su trabajo no era suficiente y tenían conocimiento sobre la costura se sumaron al proyecto por invitación de Díaz. Ahora este proyecto cuenta con 10 mujeres quienes día a día hilan sin parar para entregar la mayor cantidad de mascarillas posible y recibir un beneficio económico.

Se le suma el oficio del hogar. Es por ello que Díaz flexibiliza las horas de trabajo en el taller y permite que las costureras puedan adelantar la tarea desde sus hogares.

“Sé que muchas de ellas tienen niños o están cuidando algunos otros. Para ellas sería más sencillo que se llevaran el trabajo a sus casas y sigan siendo productivas. De verdad estoy muy contenta con el resultado porque han respondido muy bien y se ha logrado hace las entregas a tiempo con todo y los percances que a veces se puedan presentar”, dijo Díaz.

Pero no todas gana por igual, las que más hacen más beneficiadas están. Y esto se debe a la maquinaria que tiene cada una. “Todas hacen al menos 300 mascarillas por día, pero hay otras que pueden hacer hasta 500. Esto se debe a que algunas cuentan con máquinas de coser caseras y otras industriales”, comentó Díaz.

Este tipo de sana competencia laboral ha llevado a que algunas sueñen con tener su máquina industrial. “Yo las apoyo en su sueño. No es fácil, pero se puede hacer. Y muchas están trabajando duro para conseguirlo”, dijo.

En una búsqueda por internet para tener una referencia del costo de estos artefactos, se puede encontrar desde las de bolsillo por $3 hasta las familiares por $160. En cambio, las industriales no bajan de $700 dólares.

Ya van por 12 mil

Los cubrebocas no están disponibles para el público ya que están destinados para el sector salud y tiendas de supermercados, así lo explicó en un correo electrónico Mike Battershell, presidente de BI. “Hay muchos puntos de distribución de estos cubrebocas, pero no son para ser comprados”, dijo.

Para el cierre de esta edición, Díaz comentó que se han elaborado y entregado 12.000 cubrebocas y toda la cadena de pago y distribución ha sido como se negoció. “No hemos tenido retraso en nada, hemos cumplido”, dijo con satisfacción la costurera y empresaria.

A la par de los cubrebocas, y el crecimiento de su empresa, la emprendedora también confecciona cobijas y otros productos para otras compañías, además de sus vestidos para niñas que se pueden conseguir en línea. Aun no les han pedido hacer batas médicas, pero “si nos los pidieran estamos a la orden. Lo que queremos es que nos den el trabajo”, acotó.
 

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