Eduardo Aguilar no tenía idea que un día de escuela en abril del año pasado mientras caminaba por uno de los pasillos de Omaha Creighton Prep su sueño de toda la vida pronto se haría realidad. El asesor Jim Swanson sacó de clase al entonces estudiante de último año de su clase de relaciones internacionales con el pretexto de ver cómo le iba. Es algo que Swanson hacía con Aguilar, cuyos padres indocumentados fueron deportados a México cuando él tenía unos 10 años de edad.
Aguilar vivió con Swanson y su familia durante todo un año – uno en una serie de hogares en donde Aguilar vivió durante un periodo de seis años.
El asesor y el estudiante hablaron durante esa mañana de primavera, como lo habían hecho muchas veces, solo que en esta ocasión se unió a ellos el Padre Tom Neitzke. El padre estrechó la mano de Aguilar y le invitó a ir a su oficina en donde le esperaban varios adultos, incluyendo a miembros de los medios de información.
«Yo estaba confundido y en shock”, recuerda Aguilar. “Yo pensé que estaba en problemas”.
El Padre Daniel Hendrickson, presidente de la Universidad Creighton, le informó en ese momento que él iba a recibir una beca completa con un valor de $200,000 financiada con la aportación de donadores y la G. Robert Muchemore Foundation.
Las cámaras capturaron el momento.
«El que me presentaran esa noticia de la nada fue increíble”, dijo Aguilar. “Sentí que Dios había contestado a mis plegarias pues siempre fue mi sueño ir Creighton, así que estaba muy feliz. Todavía no puedo creer que sucedió. Yo siempre estaré agradecido por los donadores y por las personas que creyeron en mí”.
Maya Saenz, reportera de KMTV Channel 3, quien presentó una historia sobre Aguilar, quedó impresionada con él.
«Es un chico brillante y trabajador y me siento privilegiada de haberle conocido y poder destacar sus extraordinarios esfuerzos para alcanzar el sueño estadounidense-americano”.
La beca llegó justo cuando Aguilar pensaba que su sueño no se haría realidad.
«En ese momento no había muchas opciones para mí, por lo que estaba pensando: ‘Tal vez este es el final de mi viaje y tal vez no iré a la universidad’. Ese día estaba de muy mal humor pensando en eso”.
Después de enterarse de su buena fortuna, él llamó a sus padres – Loreny y José Aguilar.
«Ellos estaban muy emocionados cuando escucharon que podría continuar con mi educación, especialmente porque sería en la Universidad Creighton, pues saben que desde pequeño yo quería ir ahí. Se sienten honrados porque su hijo haya recibido un regalo tan generoso para asistir a un lugar de tanto prestigio y que tantas personas crean en su hijo.
«Aunque no tenerles aquí me duele, me han motivado a través de todo esto. Me han dado sabios consejos. En verdad me han alentado a ser la mejor persona posible”.
Aguilar también aprecia el apoyo que ha recibido durante la ausencia de sus padres, primero en la Jesuit Academy, después en la preparatoria y ahora en la Universidad Creighton, en donde ahora está terminando su primer año de estudios.
Él no pudo despedirse de sus padres, quienes son obreros en Tijuana, cuando fueron deportados. Él y José, su hermano mayor, tuvieron que apoyarse en familiares y amigos.
«Fue una experiencia muy traumatizante”, dijo Aguilar. “Me sentí indefenso. En verdad me hizo abrir los ojos y darme cuenta de lo dura que puede ser la vida. Definitivamente me hizo madurar más rápido que los demás”.
El personal de la Jesuit Academy le alentaba.
«Me decían que todo iba a estar bien. Decidí que tenía que mejorar mi nivel académico pues era lo único que me permitiría seguir adelante sin mis padres aquí”.
Tres meses después de esa repentina separación, Aguilar y sus padres volvieron a estar juntos tres meses después. Él vivió con ellos durante tres años.
«Yo disfruté estar ahí con mi familia. Aprendí mucho. En verdad me sirvió y me convirtió en la persona que soy hoy. Ahora estoy feliz de poder continuar con mi educación. En verdad no me importan los bienes materiales».
Pero cuando tenía 13 años de edad, su deseo de estar en los Estados Unidos de Norteamérica no podía ser negado.
«Yo me di cuenta de que en México no tendría las mismas oportunidades que aquí. Mi madre no estaba muy de acuerdo en que yo regresaré pies era muy joven. Pero al final ella accedió. Irme fue muy difícil. Regresé para estar con un familiar y me quedé ahí durante un tiempo, pero después estuve de casa en casa. Ha sido toda una travesía”.
Pocos de sus compañeros en la preparatoria sabían de su situación.
«La mayoría de ellos se enteraron el día de la graduación. Se sorprendieron pues nunca me vieron enojado o triste. Yo siempre estaba feliz y sonriendo. Les asombró que yo pudiere pasar por todo esto, pero fue gracias al sistema de soporte que tenía”.
El personal de la preparatoria le apoyó durante sus cuatro años ahí.
«Jim Swanson ha sido un gran motivador. Él y su esposa fueron como mi segunda familia. Cuando más les necesité, ellos abrieron las puertas de su casa. Yo lo veo como mi segundo padre. Yo tengo mucho respeto para él y para su familia”.
Aguilar también tuvo una buena relación con Jeremy Canigloa, su maestro de arte.
«Él tuvo un gran impacto sobre mí. Yo todavía hablo con él”.
Aguilar usó arte y exposiciones de poesía para procesar y exponer sus sentimientos.
En la universidad él ha encontrado profesores que simpatizan con su situación. Él considera a Mary Chase, Vicerrectora de Inscripción en la Universidad Creighton, “una de las personas que consulto”, agregando, “ella siempre está al pendiente de mí”.
«En verdad es importante para mí tener una estructura y soporte adicional y saber que le importo a estas personas y que creen en que tengo el potencial de hacer algo con mi vida”, dijo Aguilar.
Él está estudiando Comercio Internacional y Derecho Corporativo en el programa 3-3 de la Universidad Creighton, lo que le permitirá obtener un título universitario y un título en Derecho en seis años en lugar de en siete. Su empleo soñado es en Tesla Motors, compañía que produce automóviles eléctricos para el mercado de consumidores.
«Siempre me ha fascinado la energía renovable y Elon Musk (el CEO y fundador de Tesla) siempre ha sido uno de mis ídolos”.
Aguilar espera que su historia personal empodere a otros que están atrapados en un ciclo de inmigración.
«Si esto puede servir a alguna persona que está pasando por una situación similar o por algún problema a tener éxito, entonces yo apoyo eso”.
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