José Luis Maldonado es consciente de la improbabilidad de cómo él se
convirtió en cantante de ópera, pero eso le hace ser más entusiasma al
compartir la historia de lo que le pasó. Si le pudo pasar a él, ¿quién sabe
cuántos más vocalistas potenciales hay que no saben lo que pueden hacer?
Parte de su rol como Opera Omaha Fellow de primer año en la Holland
Community Opera Fellowship es exponer a los jóvenes a una forma de arte
que puede ser que no conocen.
El nativo de California creció en el área del este de Los Ángeles, en donde
era muy raro se escuchare la ópera. Él proviene de una familia musical. Su
padre tocaba el piano en grupos de salsa en Los Ángeles. Si bisabuelo,
Jesús Francisco Maldonado, tocaba el saxofón en México, en donde era
conocido en Cuauhtémoc, Chihuahua, como El Botas.
El Jazz y Sinatra fueron algunas de las otras influencias musicales de
Maldonado. Desde pequeño él quería seguir a su abuelo como saxofonista.
Él estudió arduamente y logró aprender el arte.
En la escuela sus diversas actividades en banda, deportes, gobierno
estudiantil, oratoria en público y tutorías llevaron a su entrenador de futbol
americano referirse a él como «un hombre de renacimiento».
Para su segundo año, él ya había formulado un plan para la universidad. Él
iba a estudiar música y comercio (su padre trabaja en bienes raíces), con la
meta de ir a USC y tocar en la banda de marcha Trojan.
Pero entonces la vida le lanzó una curva. Al no haber ningún artista para
cantar el himno nacional durante una asamblea general escolar, él se ofreció
a hacerlo aun cuando eso significaría cantar en público por primera vez ante
miles de personas. Hasta ese momento, todo lo que él había hecho fue imitar
a los miembros del Rat Pack ante sus amigos. Él tuvo éxito al imitar el himno
por Robert Merrill, pero fue el rico barítono de José el que se ganó al público.
Y en su graduación de último año un maestro, antes de entregarle su
diploma, le hizo prometer tomar clases de canto en la universidad. Él cumplió
con su promesa en Rio Hondo Community College, pero solo como una
cortesía. Pero entonces sucedió algo inesperado.
«Terminó por gustarme. Ann Greaham, la gran maestra, hizo que la clase
fuera más que solo sobre cantar. Ella me atrajo de vuelta a su clase cada
semestre diciendo: ‘Si quieres conocer tu verdadera voz, entonces deberías
regresar el próximo semestre’, pues yo todavía estaba imitando a otros”.
Él da crédito a los shows musicales que ella creo y en los que él participó en
las escuelas con permitirle mejorar su presencia en el escenario y en detonar
su interés por la comunidad, lo cual es el enfoque se su trabajo como Opera
Omaha Fellow.
Aunque le gustaba mucho cantar, él lo consideraba como un hobby, no como
una carrera. Él todavía seguía apegado a su sueño USC. Pero sus planes
sufrieron un cambio cuando él cantó una canción alemana para su examen
final.
«Esa canción en verdad cambió mi percepción de lo que es un cantante”, nos
dijo. “La forma en que ella me hizo aprender esta canción fue profunda y
específica. No fue solo aprender y traducir las letras, sino relacionarlo a la
cultura y a porqué fue escrita, honrando al compositor u al libretista por esa
poesía.
«Al final de la canción yo cerré mis ojos y repetí esta frase (letra). Yo sentí
esta energía. Abrí mis ojos y todos estaban llorando. Hubo un silencio y
después aplausos. Fue la más hermosa experiencia”.
Cuando la maestra le pidió verle en privado después de clases, él pensó que
había hecho algo mal.
«Ella me dijo, ‘lo sentiste ahí, ¿verdad?’ Yo le contesté, ‘Sí’. Ella me dijo, ‘Yo
sé que has logrado lo que querías en la escuela y que ahora seguirás
adelante. Estoy orgullosa de ti. Pero no estaría haciendo mi trabajo si no te
preguntara esto’. Ella entonces me vio directamente a los ojos y me dijo,
‘¿Quieres ser cantante de ópera? Porque yo puedo llevarte ahí. Pero
requerirá de mucho trabajo.’ Yo me quedé sin palabras pues nunca pensé en
ser cantante. Yo recuerdo que me quedé paralizado y le dije que sí, pero yo
no tomé esa decisión de forma consciente. Ella dijo que eso era bueno y me
habló sobre otra universidad en la que el Estado pagaría por mis lecciones.
Yo simplemente asentí con la cabeza y salí caminando en shock”.
No cayó en cuenta sobre lo que había hecho hasta que llegó a su casa.
«Cuando llegué a mi cuarto grité: ‘¿Qué es lo que acabo de hacer?’ La
oportunidad para hacer realidad mi sueño estaba justo frente a mí. Yo había
trabajado tanto para obtener las mejores calificaciones. Los consejeros de
USC y de Río Hondo se aseguraron de que yo cumpliere con todos los
requisitos. Ya estaba todo listo y yo lo tiré todo a un lado para convertirme en
cantante. Pero en cuanto lo grité, sentí una epifanía. En mi mente vi esta
licuadora con todo mezclado adentro y lo que salió fue un cantante de ópera.
Yo solo recuerdo decir: ‘OK, esto es lo que voy a hacer el resto de mi vida’. Y
como por arte de magia, el llamado estaba ahí para mí. Y no me he detenido
desde entonces”.