Miembros del Ejército de Salvación de Omaha cargan cajas de comida a los carros durante la semana de despensa móvil en la escuela primaria Jefferson. Foto: Chris Bowling.

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Por Chris Bowling

 
Sarah Comer caminó por el asfalto hacia el Toyota Camry, estaba agitando sus brazos como si estuvieses dirigiendo el tránsito en una pista de avión.
«Vamos, vamos», dijo mientras se acercaba a una camioneta amarilla Penske en movimiento cargada con 200 bolsas de comida afuera de la Escuela Primaria  Jefferson esa tarde del lunes 23 de marzo. «Vamos, sigan.»
Voluntarios con delantales rojos y guantes de vinilo negro se acercaron a la ventana de pasajero del Camry, y preguntaron la cantidad de niños que tenía el conductor y en dónde pueden colocar los alimentos. Después de unos 30 segundos, el Camry salió del estacionamiento con tres bolsas, cada una con suficiente productos para diez comidas.
Este es el proceso de tomar y llevarse la despensa, una respuesta que comenzó la semana pasada y lidera Food Bank for the Heartland para alimentar a los niños que se pierden el almuerzo mientras las escuelas están cerradas para evitar la propagación del Covid-19.
Estas despensas semanales estarán activas en 13 ubicaciones de las Escuelas Públicas de Omaha (OPS)– no son solo para los estudiantes, sino también para todos los niños- y van a repartir 2.600 bolsas de alimentos que contienen: yogur, leches, pan y otros productos como zanahorias y manzanas, enumeró Comer, subdirectora de cumplimiento y distribución de la red del banco de alimentos.


A pesar de que los voluntarios vinieron con una camioneta de comida completa en movimiento, muchos todavía se fueron con las manos vacías. «Tratamos de proporcionar lo mejor que podemos, pero nos hemos quedado sin dinero», dijo Comer.
Quince minutos antes del comienzo de la despensa móvil a las 3 p.m., una línea ya se extendía a media milla más allá del punto de recogida en la Primaria Jefferson en las calles 42 y Vinton hasta la rampa de la interestatal. Alrededor de 70 autos se movieron lentamente mientras esperaban la comida para sus hijos.
Pasado solo 30 minutos de las dos horas que debería durar la repartición de alimentos, la camioneta de distribución estaba ya vacía. La línea de automóviles, que todavía se extendía hacia la interestatal, comenzó a dar vueltas en U mientras los voluntarios entregaban folletos de guías para los que no alcanzaron a recoger la bolsa de alimentos.
Desde ese lunes ya se ha hecho común el sistema de despensa móvil en otros bancos de comida, y es emblemático que la comunidad se haya adaptado rápidamente a las necesidades básicas interrumpidas, entre ellas la comida.
Y esa es una gran población a la que hay que atender especialmente los niños. En OPS, el 74,9% de los estudiantes, es decir más de 40,000 niños, dependen del almuerzo gratis o reducido. En los condados de Douglas y Sarpy, alrededor del 44% depende de esos servicios.
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Es difícil ver a los niños a través de las ventanas del automóvil sin poder tener su bolsa de comida. Pero Comer dijo que 200 bolsas es cantidad establecida por su proveedor, Westside Nutrition Services, para mantener un servicio sostenible.
Ahora, la esperanza está el banco de alimentos y sus socios comunitarios, como el Ejército de Salvación de Omaha, que también tiene voluntarios que pueden responder a esta crisis que se vive.
«Ha sido una locura», dijo. “Hemos estado tratando de planificar las cosas lo más rápido posible mientras tratamos de mantener a las personas seguras. Desde entonces esto ha estado ocupado. »
Pero ellos no son los únicos que intentan adaptarse.
Al final de la calle, una fila de unas 10 personas sostenía carteles hechos a mano que mostraban mensajes escritos en marcador que decía «¡Lávese las manos!» a «¡los extrañamos!»
Entre tanto, cuando los autos pasan, los maestros de la Primaria Jefferson sonríen, saludan y llaman a los estudiantes por su nombre.
«Necesitamos que sepan que aunque no estemos juntos, siempre estamos allí para apoyarlos», dijo Jennifer Schlapia, directora del plantel educativo. «Ya sea a través de una pantalla de computadora o cara a cara».
El plan de abastecimiento surgió horas antes cuando los maestros discutieron sobre si hacer la despensa móvil.
 

El contenido de las bolsas de comida que son entregadas por los voluntarios de la primaria Jefferson. Fecha 23 de marzo. Fotografía: Chris Bowling.

Mientras los maestros envían paquetes de aprendizaje para llevar a casa y trasladan la comunicación del aula a la de computadora, Schlapia dijo que sus maestros están preocupados por cómo este tiempo de separación afectará las relaciones que han establecido con los niños. Llevar letreros y mostrar que todavía están aquí parecía ser la mejor manera de llegar a un gran grupo de estudiantes a la vez, incluso a distancia y a través de una ventanilla enrollable.
Para Ashley Bunce, una maestra de escritura y estudios sociales del sexto grado, colabora porque considera que la única solución disponible en lo que fue una semana surrealista, un cambio de vida.
«Estuvo bien, el lunes y el martes», opinó sobre cómo le fue la semana pasada de cuarentena. El miércoles tuve un colapso. Estaba llorando. No es solo una rutina, este es nuestro medio de vida. Esto es lo que me hace sentir que vale la pena. Me hace sentir que vale la pena estar aquí. »
 
Lea la versión en inglés en The Reader.

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