Después de que decenas de personas fueran detenidas en una redada de ICE en una planta procesadora de alimentos en Omaha, las familias aún intentan recuperarse del miedo que esto provocó.
Tanto padres como hijos ahora muestran mayor temor a participar en actividades educativas de verano que, según una proveedora de cuidado infantil, pueden tener consecuencias duraderas en su salud y desempeño académico. La proveedora solicitó mantenerse en el anonimato por la seguridad de los estudiantes con distintos estatus migratorios.
“Lo que más noto es que los niños no están asistiendo a estas valiosas oportunidades de aprendizaje de verano o a la escuela de verano. Así que el próximo año estarán en desventaja”, dijo la proveedora. “Y si no los vemos, no sabemos cuáles son sus necesidades, y no podemos ayudarlos”.
La proveedora agregó que su programa, que incluye cuidado antes y después de clases, así como actividades veraniegas, también proporciona almuerzos. Con la baja asistencia, no tiene claro cómo algunos estudiantes están cubriendo sus necesidades alimenticias. Contó que al día siguiente de la redada, “varios” padres del programa se registraron para una sesión de planificación de emergencia en caso de que una acción futura de ICE afecte a sus familias.
Nueve familias del programa se vieron directamente afectadas por la redada en Omaha. En esos casos, el programa pudo contactar a personas designadas como contactos de emergencia para que recogieran a los menores.
Ted Hamann, profesor de la Universidad de Nebraska-Lincoln especializado en cómo los sistemas escolares responden a estudiantes transnacionales, explicó que este tipo de eventos puede tener efectos físicos, como el miedo, pero también un impacto mental considerable en los menores.
“Después de algo así, los niños simplemente están en otro lugar emocionalmente. Están asustados, enojados, aterrados”, comentó.
Agregó que, además de los niños directamente afectados por la redada, la ansiedad en torno a la actividad de ICE también afecta a otros estudiantes.
“Las consecuencias no recaen solo en quienes fueron claramente afectados, sino que, en un clima de ansiedad, los demás niños también se ponen nerviosos”, explicó.
Hamann anticipó que en agosto menos niños asistirán a la escuela por temor a la presencia de ICE. Y señaló que las escuelas deben estar preparadas para recibir a quienes sí regresen, ya que probablemente llegarán con una mayor “carga emocional relacionada con la salud mental”.
La proveedora de cuidado infantil comparte esa preocupación y teme que el aumento de la actividad de ICE complique aún más la capacidad de los niños para concentrarse en clase.
“Tratamos de que participen, pero están tan en alerta por lo que pueda pasar con sus padres”, expresó.
Aunque la redada ocurrió el mes pasado, señaló: “Creo que lo vamos a notar de verdad en un par de semanas, porque los padres ya no están saliendo de sus casas, algunos han dejado de ir a trabajar o han renunciado por miedo a que les ocurra lo mismo. Así que siento que muchas necesidades básicas no se van a cubrir en las próximas semanas”.
Hamann mencionó un caso similar ocurrido en 2018 en O’Neill, cuando otra redada de ICE obligó a los superintendentes escolares a responder a los múltiples efectos que enfrentaron los estudiantes.
“No solo te preocupa lo que pueda pasarles a los padres que están en el trabajo o en casa, sino también lo que pueda ocurrir en la escuela, contigo o con tus compañeros”, dijo. “Eso no contribuye a un ambiente de aprendizaje seguro, reflexivo ni participativo. Más bien, todos están en estado de shock y con miedo”.
Varios de los casos aún se encuentran en litigio, mientras que uno de los trabajadores detenidos fue liberado bajo fianza.
La traducción de Hola Nebraska.

