«He cambiado de actitud para afrontar la situación». Foto: Andreína Rojas.

Por Andreina Rojas

Hace unos meses comenzamos a escuchar sobre un virus que había parado una parte del mundo, digo una parte porque aun lo veíamos lejos y creíamos que no íbamos a ser afectados por esto; pero el día llegó, el virus llegó a nuestro continente y se quedó.

Un buen día comenzamos a escuchar que lo más probable era que cerraran los lugares públicos, en donde estaban incluidos los restaurantes, lugar en donde trabajo, pues no tardó nada el rumor en hacerse realidad. El 16 de marzo el Manager nos comunicó que esa semana cerraríamos las puertas, el 18 se hizo efectivo. Me sentí muy mal, triste y con una incertidumbre increíble tratando de descifrar como cubriría mis gastos.

Ya tengo casi un mes en cuarentena y ya siento que tengo por lo menos 10. Han sido días raros, con un sinfín de emociones que no paran, es como estar en una montaña rusa sin detenerse. Los primeros días fueron de constante angustia y ansiedad; haciéndome miles de preguntas que hasta ahora no he encontrado la respuesta; sin embargo, me he calmado, no es que ahora no me sienta así, pero por lo menos lo estoy controlando.

No voy a solucionar nada sintiéndome mal, más bien las empeoro. Partiendo de eso, he cambiado mi actitud de afrontar la situación; no obstante, no dejan de preocuparme los pagos en general (utilidades, renta, carro, entre otros) porque el COVID-19 ha parado todo; restaurantes, bares, salones de belleza y tiendas en general; pero lo único que no se han detenido y tampoco se detendrán son los gastos mensuales. Aquí continuamos, tratando de reinventarnos diariamente.

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