Victoria Rosales es una buscadora. A sus 27 años de edad la nativa de Houston, Texas, ha viajado bastante en búsqueda de mejora personal y de un mayor significado para la vida. Ella está dedicando su vida compartir lo que sabe sobre prácticas para una vida saludable. Su viaje ya le ha llevado a Irlanda, Inglaterra, Kosovo, Vietnam, Alaska, México y Costa Rica.
Desde su hogar en Salt Lake City, ella administra las comunicaciones del Gravity Center for Contemplative Activism con base en Omaha. Chris y Phileena Heuretz, su equipo de esposos, lidera talleres y retiros, además de escribir libros. Rosales les conoció en el 2012 durante las conferencias Urbana en St. Louis. Ella tomó su taller de activismo contemplativo y participó en retiros en el Benedictine Center en Schuyler, Nebraska. Las experiencias mejoraron su búsqueda espiritual.
«Yo recuerdo haber escrito en mi diario: ‘Me encanta su mensaje y misión y en verdad me encantaría hacer el trabajo que llevan a cabo estas personas’. Y ahora aquí estoy”, dijo Rosales.
La meditación llegó a su vida en un momento crucial.
«Yo estaba en un momento en el que la idea de descansar en la presencia de Dios era lo que yo anhelaba”.
Unos años antes ella dejó a su familia en el este de Texas para trazar un nuevo camino.
«Soy de la primera generación en graduarse de preparatoria y de la universidad. Estoy estableciendo mi propio camino, pero es para bien al hacer las cosas un poco diferentes. De esa forma, yo definitivamente me veo como una precursora para la familia por venir”.
Ella creció como cristiana evangélica y asistió a una pequeña escuela Cristiana en Michigan en donde estudió literatura, retórica y narrativa.
«La idea de contar una historia y contarla bien y de tener cuidado sobre la articulación de la historia en verdad me llamó. Yo comencé a buscar espacios de expresión personal en cuanto a elección de palabras y dialecto”.
Al ser una niña enamorada de las palabras, las historias contadas por su carismática abuela dejaron una gran impresión en ella.
«Yo fui influenciada por mi abuela. Ella cautivaba a su público con su narrativa. Yo crecí con historias de su niñez en México. Fue algo que me fue inculcado. Yo lo veo como un gran regalo en mi vida”.
Pero Rosales no siempre lo vio así.
«Cuando era pequeña yo pensaba: ‘Ya va a empezar la abuela a hablar en español. Abuela, estamos en los Estados Unidos de Norteamérica’, y me cerraba. Cuando ella falleció, reconciliar esos prejuicios se convirtió en una gran parte de mi viaje. Yo me mudé a México para eso y pasé algo de tiempo viviendo con mis parientes lejanos, principalmente en Monterrey, para poder entender lo que significa ser esta hermosa, poderosa y sensual latina y poder honrar esa parte de mí. Parte de crear un lugar seguro para que los demás muestren quienes son tiene que ver con sentirme bien conmigo misma y apreciar la riqueza de mi herencia latina”.
Esa autoconciencia le llevó a encontrar un nicho para su pasión.
«Comenzó con ser muy honesta sobre contar mi historia con todo el dolor y los traumas. Entonces yo podía invitar a la luz y la vida, a la sanación y la redención”.
Su trabajo hoy en día incluye ayudar a las personas a “revisar las historias de su vida y re-enmarcar esas narrativas de formas que conduzcan a un bienestar personal. Ella agregó: “Es cambiar de una mentalidad de víctima a instancias de empoderamiento a través de diversas experiencias sobre cómo se articulan diversas experiencias de vida. Yo desarrollé mi propio método de ayudar a las personas a través de ese viaje”.
Ella llama a su método Terapia de Narrativa Holística, la cual une la meditación con el yoga. Ella ha aprendido sobre el “silencio, la soledad y la quietud” a través de la meditación y de la oración centrada.
«En silencio te tomas el tiempo de sentarte y escuchar para encontrar esa pequeña voz interior, la razón dentro del caos y el ruido. En la quietud aprendes a sobrepasar la incomodidad. En la soledad aprendes a removerte de las influencias de la cultura, la sociedad, la familia y la expectativa, para estar más cómoda con quien eres cuando nadie más te observa. Esas son las raíces y el fruto de la vida contemplativa”.
Realizar yoga, nos comenta, “es la materialización de la danza con lo divino”. Después de asistir a un spa de yoga para descanso y bienestar en Costa Rica, los dueños le contrataron para realizar sesiones de Terapia Narrativa Holística. Ella dijo que todo sobre ese lugar invitaba a la restauración, “las junglas exuberantes, las playas inmaculadas, el agua azul, la comida que crece ahí, la música y la vibra”.
Después de ese idilio, ella trabajó como guía terapéutica de espacios silvestres en Utah con jóvenes que luchan con la ansiedad, la depresión o con pensamientos suicidas.
«Ser uno con los elementos proporciona mucho espacio para el crecimiento. Yo era atraída naturalmente a ello. Eso fue una gran experiencia”.
Estando en camino a comenzar ese trabajo ella estaba manejando a través del Parque Nacional Zion cuando dejó de ver el camino por un momento, por lo que su SUV terminó cayendo por un acantilado. Ella logró salir sin daños físicos pero no sin un cambio: esta fuerte mujer independiente necesitaba repensar las cosas.
«Yo estaba cayendo en una trampa de jugar a ser Dios con mi propia vida. Uno no quiere tener que rodar por un acantilado para aprender esa lección, pero creo que necesitaba ser sacada de mi centro para poder volver a caer en algo fortificado y verdadero”.
Ella ahora trabaja en el programa de terapia con jóvenes de Salt Lake.
«Mi sueño es abrir un centro comunitario para que las personas vengan y experimenten una restauración y lo que significa ser un ser humano completamente vivo”.
Ella rara vez regresa a Nebraska, pero ella si regresó para el Gravity’s March Deepening Retreat en Schuyler.
«Yo creo firmemente en que solamente podemos extender el amor al mundo que tenemos por nosotros mismos. Eso es lo que en verdad son estos retiros para mí, para rellenar mi tanque para que pueda salir y servir al mundo de la mejor forma posible”.    
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Lea más del trabajo de Leo Adam Biga en leoadambiga.com.

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